De familia acomodada, se licenció en derecho y comenzó a ejercer como abogado en Nueva York en 1907. Se casó con Anna Eleanor Roosevelt, sobrina del presidente Theodore Roosevelt, que era, a su vez, primo del padre de Franklin Delano. En 1910, el estado de Nueva York lo eligió senador por el Partido Demócrata. En 1920 fue nominado para la vicepresidencia por este partido, liderado por James Cox, pero en las elecciones los republicanos obtuvieron la victoria. Al año siguiente sufrió un ataque de poliomielitis, lo cual no le impidió convertirse en gobernador de Nueva York. Su ideología política progresista se reflejó desde el comienzo de su mandato durante las dos legislaturas consecutivas en que mantuvo el cargo. En los primeros compases de la Gran Depresión adoptó una serie de medidas para intentar combatir la crisis económica: constituyó una organización de apoyo gubernamental para el ciudadano y reunió a un grupo de profesores de la Universidad de Columbia (el llamado Brain Trust) para buscar soluciones. Su reputación le dio el triunfo en las elecciones presidenciales de 1932. Una vez en la Casa Blanca, instauró un programa de recuperación económica, el denominado New Deal. Para enfrentarse al hundimiento de la Bolsa, a las continuas quiebras bancarias y al alarmante índice de desempleo, abandonó el patrón oro, devaluó el dólar y facilitó la concesión de créditos. En 1933 elaboró un detallado programa agrario encaminado a reducir los excedentes agrícolas (Ley de Ajuste Agrario). Por otra parte, fomentó la creación de empleo, para lo cual promovió una política de realización de obras públicas y reguló las condiciones laborales. También favoreció la organización sindical y luchó por la estabilización de precios mediante la NIRA, o Ley de Recuperación Industrial de la Nación. Su política recibió el apoyo incondicional de la clase obrera, pero el recelo de los empresarios iba en aumento, e incluso el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaró inconstitucionales algunas de sus disposiciones en 1935 y 1936. Reelegido este último año, prosiguió con el New Deal y reorganizó el Tribunal Supremo. Ante la inminencia de la Segunda Guerra Mundial, redefinió la política exterior y abandonó la tendencia internacionalista del demócrata Woodrow Wilson. De acuerdo con la inclinación aislacionista estadounidense, se mantuvo al margen hasta que la invasión de Francia por Hitler dio otro cariz a los acontecimientos. El expansionismo de Japón, por otra parte, también constituía una amenaza no pequeña. El detonante para la definitiva implicación directa del país en el conflicto bélico fue el ataque sorpresa japonés a la base de Pearl Harbor en 1941. Estados Unidos se alineó con el Reino Unido y la Unión Soviética. Junto con Winston Churchill elaboró la Carta del Atlántico, en la que ambos estadistas explicaban sus propósitos bélicos. En la conferencia de Quebec se planificó la invasión de Normandía. Así mismo, el bloque de los aliados (Roosevelt, Churchill y Stalin), creó la Organización de las Naciones Unidas para asegurar la paz mundial una vez finalizada la contienda. El presidente estadounidense moriría a causa de una hemorragia cerebral en 1945, sin llegar a ver el final de la guerra. Otro aspecto destacado de su política exterior fue su posición respecto al resto del continente americano: aplicó una fórmula de buena vecindad para una cooperación económica y política de Estados Unidos con Iberoamérica en las conferencias de Montevideo y Buenos Aires. Esta actitud pacifista se evidenció realmente cuando ordenó evacuar Nicaragua en 1933, Cuba y Haití en 1934 y Panamá en 1936. A pesar de todos sus esfuerzos por mantener la paz, tras su muerte las Naciones Unidas no lograron frenar el inicio y el ulterior desarrollo de la guerra fría.
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